Ansioso por revalidar su misión en la vida se dedicó a caminar el territorio, a buscar senderos, a fotografiar paisajes, a encontrar historias. Se paseó por las calles y la vegetación de su amada Miraflores, recorrió a pie las rutas que conducen a Zetaquira, Campohermoso, Berbeo, Páez y San Eduardo, y concluyó que allí, en esta región que padeció el conflicto armado y que hoy siembra esperanza, está su presente y quizá también su futuro.
Con todas las imágenes, los sabores y los saberes de esta provincia se sumó a las deliberaciones de la Corporación para el Fomento y el Desarrollo de Lengupá que funda su actuar en un concepto que no es nuevo pero que hoy cobra destacada vigencia: la inteligencia territorial, esa propuesta académica que tiene por “objeto el desarrollo sostenible y por sujeto a la comunidad territorial”, tal y como lo expone el profesor Jean-Jacques Girardot.
Producto de esta nueva aventura logró sintonizarse con otros inquietos como él, personas de la región que integran el Consejo Provincial de Turismo con quienes se organizaron para el desarrollo del territorio lo que dio origen a una publicación, de un solo ejemplar, que en bellas fotos registra todo el potencial ambiental y paisajístico de la provincia y que se titula ‘Lengupá, territorio de conocimiento’.
El libro de pasta dura, impreso en alta calidad, fue presentado en sociedad en marzo de 2017 en desarrollo de la 36ª versión de la Feria Turística de Anato. Como solo se imprimió un tomo, por cuestión de recursos, Rafael lo presta con prevención y a veces prefiere ser el guía a lo largo de sus 80 páginas.
Conoce cada paraje allí exhibido y detalla sus características. Menciona la Cuchilla de Buenavista, una reserva de la sociedad civil en la que se encuentra un bosque de niebla que sirve de corredor biológico, también la belleza de las cuatro fluorescencias nativas, un privilegio de Lengupá, que da vida a los canelos o siete cueros, a los nazarenos, a los cañaguates y a los ocobos. Es el paraíso de las flores.
Todas estas riquezas, a las que se suman cascadas, ríos, aves, micos, osos, nutrias, senderos, cultivos y tradiciones hacen parte del inventario turístico con el que cuenta la región. Su compilación ha sido posible gracias al aporte de las comunidades campesinas, de las administraciones municipales, de la Gobernación y de la principal autoridad ambiental de esta jurisdicción, Corpoboyacá.
Con toda esa información disponible empezaron a diseñar varias rutas, principalmente en los municipios de Miraflores, Zetaquira y Berbeo, algunas de ellas con un fuerte énfasis agroecológico.
El abanico de posibilidades es tentador. Está por ejemplo la Ruta de la Chamba, la Ruta de las Cascadas de Rusa, la Ruta de la Culebra, la Ruta Peña del Aura, la Ruta de la Sal, la Ruta de la Pitahaya, la Ruta de los Apiarios y las rutas de avistamiento de aves.
Aunque el potencial es enorme, Rafael Aponte y otros gestores ecoturísticos de la zona como Diana Bernal Monroy son conscientes de la importancia de diseñar planes que propendan por el respeto y la protección de los ecosistemas, por eso algunas de las rutas ya cuentan con estudios de capacidad de carga y señalización. En otros casos la misma comunidad ha preferido no ofertar algunos destinos y preservarlos como piezas de museo.
Y aquí el papel de Corpoboyacá ha sido fundamental. En alianza con las alcaldías y los gestores culturales, la autoridad ambiental ha aportado en la valoración de la riqueza ambiental de cada ruta y en un futuro próximo se espera concretar una colaboración más estrecha para completar los estudios de capacidad de carga y trabajar en la interpretación de los senderos, es decir en el suministro de información específica sobre la fauna y la flora presente en cada travesía.
No queremos un turismo masivo, queremos un turismo de calidad que no genere impacto, aseguró Rafael para explicar que la pretensión del Consejo Provincial de Turismo, de los campesinos y de las autoridades es que Lengupá se especialice en el turismo científico, de salud y de bienestar.
Esta propuesta va de la mano con aquello de preservar los recursos naturales de este territorio como si fueran una reliquia y por eso toma vida la Fundación Región Museo.
En 2015 la Gobernación de Boyacá y Colciencias acordaron invertir un poco más de 20 mil millones de pesos en un programa para el ‘Fortalecimiento de las capacidades de investigación e innovación del departamento de Boyacá a través de la formación del recurso humano de alto nivel’.
Con este presupuesto se otorgaron créditos condonables para 75 doctorados y 75 maestrías y dentro del grupo de seleccionados estuvo Diana Marcela Bernal, abogada, y quien gracias a esta financiación cursa actualmente una maestría en patrimonio cultural.
De su proyecto de investigación surgió la idea de un museo comunitario que con el paso de los días se transformó en la Fundación Región Museo.
“Consideramos que toda la región de Lengupá es un museo donde la naturaleza está conectada con las personas y a su vez las personas entienden y respetan el entorno para alimentarse, curarse y transitar. Buscamos conservar el patrimonio ambiental, cultural e inmaterial de la provincia”, explicó Diana Bernal quien ejerce como directora de la Fundación.
Por supuesto que el museo involucra las tradiciones y las formas de producción, y de paso a los hombres y mujeres que crían sus ganados, que labran la tierra, que cultivan el cacao y el café, que procesan la miel y que preparan los batidos de chamaba y el alfondoque.
Ellos son protagonistas de lo mejor que tiene Lengupá y los visitantes lo han podido evidenciar cuando han tenido la oportunidad de recorrer algunas de las fincas agroturísticas que ya están acondicionadas. Los finqueros son los encargados de pasear a los excursionistas, de compartir con ellos sus oficios y de ofrecerles lo mejor de sus preparaciones
Carmen Helena Cano Gómez así lo ratifica. Ella se dedica al cultivo y al procesamiento del café. Su mayor orgullo es la calidad del grano que se da en la zona porque se levanta en medio de árboles frutales y se alimenta de suelos ricos en nutrientes y de una variedad de pisos térmicos que se sitúan entre los 1.250 y los 1.750 m.s.n.m.
Carmen está convencida de la importancia de las rutas y por eso participa en la adecuación de una finca cafetera ubicada en la vereda El Guamal, de Miraflores, en donde siembran las variedades tabio, caturro y castilla. Su idea, y la de sus socios, es que el turista pueda ver el proceso desde la siembra de la semilla, la cosecha, el beneficio, la tostión del grano y la preparación del café servido a la mesa.
Además del proceso cafetero, la Fundación Región Museo animó a Milena Lesmes Castañaeda y a su esposo, Darwin Aponte, a consolidar el Museo de la Miel, en la vereda Ayatá, del mismo municipio.
Milena creció viendo que su papá se dedicaba a la apicultura y por eso le heredó la pasión por el oficio. Junto a la venta de miel, la economía familiar se financia con la siembra de pitahaya, la crianza de gallinas y la producción de leche, y en poco tiempo espera terminar la adecuación de la casona de sus abuelos, una centenaria edificación que estará dedicada a mostrarles a los visitantes cómo se extrae la miel de los panales.
Aunque la restauración puede tardarse aún varias semanas, ya piensa en lo que podría ser un desayuno en el Museo: una porción de fruta acompañada de miel y polen, huevos campesinos, cuajada con miel de abejas y una generosa tasa de café.
Más crónicasAsí de claro, Lengupá tiene lo que usted necesita para disfrutar tranquillo en medio de la naturaleza. ¡Anímese!